La moderna filosofía de la ciencia ha prestado gran atención al entendimiento de la práctica científica, a diferencia de su anterior concentración en el "método científico". Los trabajos de Karl Popper, Thomas Kuhn e Imre Lakatos han aportado una diversidad de planteamientos sobre lo que es la práctica. Paul Feyerabend supera esta posición: sostiene que la mayor parte de las investigaciones científicas de éxito nunca se han desarrollado siguiendo un método racional. Examina en detalle los argumentos que utilizó Galileo para defender la revolución copernicana en el campo de la física, y muestra que semejante éxito no depende de un argumento racional, sino de una mezcla de subterfugio, retórica y propaganda. Y llega a una conclusión: "Galileo hizo tampas".
Afirmando que el anarquismo debe reemplazar ahora al racionalismo en la teoría del conocimiento, Feyerabend arguye que el progreso intelectual sólo puede alcanzarse poniendo el acento en la creatividad y en los deseos del científico más que en el método y la autoridad de la ciencia. En la segunda mitad del libro examina el "racionalismo crítico" de Popper y el intento de Lakatos de construir una metodología que reconozca al científico su libertad sin amenazar "la ley y el orden" científicos. Descartando ambas tentativas de apuntalamiento del racionalismo, pone toda su esperanza en el «arrollador alejamiento de la razón» y mantiene que "el único principio que no inhibe el progreso es el de todo pasa".
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