Estas páginas son un fragmento de las Memorias Amables que ya muy viejo empezó a escribir en la emigración el Marqués de Bradomín. Un Don Juan admirable, ¡el más admirable tal vez!, era feo, católico y sentimental.
Así define Ramón del Valle Inclán sus Sonatas, en las que , dentro de la trayectoria del modernismo y desde una perspectiva absolutamente original, contrahace el viejo mito. El movimiento modernista trae consigo una visión artística de la vida, una ideología religiosa en la que el amor y lo profano se revisten de formas sagradas, y, en contraste con el realismo burgués, exalta lo aristocrático, refinado y cosmopolita.
El protagonista de las Sonatas es un arquetipo de esa nueva cultura. Difícilmente podría hallarse mejor introductor y compañero de lectura de estas dos Sonatas, donde vamos al ambiente primaveral de la Italia del norte a la exuberancia del estío mexicano, que Pere Gimferrer, uno de los primeros especialistas del modernismo.
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Ramón del Valle Inclán
(Villanueva de Arosa, 1866 - Santiago de Compostela, 1936). Ramón del Valle-Inclán fue un novelista, poeta y autor dramático español, además de cuentista, ensayista y periodista. Inicia estudios universitarios, pero no termina la carrera de Derecho, ya que muy pronto se decanta por la literatura. Tras pasar una temporada en Madrid, marcha a México donde escribe para la prensa y, sobre todo, conoce y asimila el Modernismo. Vuelve a Madrid y se incorpora a la vida cultural y bohemia de la ciudad como promotor del Modernismo. Provocativo y extravagante, su estilo literario evolucionó desde un exuberante modernismo y un maduro expresionismo hasta sus peculiares composiciones esperpénticas. De entre su obra destacan las cuatro Sonatas (de primavera, de estío, de otoño y de invierno), que suponen la culminación del modernismo español; Águila de blasón, la primera de sus llamadas comedias bárbaras; La lámpara maravillosa, resumen de su estética y ética; La cabeza del dragón, y Luces de Bohemia.