Debemos considerar el Karma como "la ley espiritual de las causas". No puede concebirse el Karma sin la producción de un efecto que recaiga sobre el objeto donde se dirige o el ser que lo ha provocado.
Podemos llamar ley de Karma a una ley de causa y efecto con la condición de que el efecto recaiga siempre sobre la causa. Encontramos esa ley en el mundo entero mientras la consideremos como algo espiritual.
Las revelaciones del Karma son numerosas, variadas y se manifiestan en los dominios más distintos. Las corrientes kármicas del individuo, de la humanidad, de la Tierra y del Universo se combinan y la vida no puede ser comprendida si en cada uno de estos actores no se sabe desenredar la acción simultánea de esas corrientes.
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