La expulsión de los moriscos, acaecida hace cuatro siglos, no es un episodio menor en la historia de la Península Ibérica. Revela como pocos el cúmulo de contradicciones que pesan sobre nuestra sociedad actual, en la que coexiste ese recelo infundido históricamente hacia el mundo musulmán con su presencia viva en nuestra mentalidad y costumbres. Antonio Manuel indaga con pasión y lucidez en esa aparente paradoja , y descubre el velo de prejuicios que lastran la percepción de un período extenso y crucial, especialmente a raíz del trauma de la expulsión, cuaya influencia se prolonga hasta hoy. El autor demuestra que los mecanismos psicoógicos de resistencia de muchos moriscos que se quedaron, entre otras causas, hicieron fracasar el intento de eliminar la diferencia. La huella morisca es una aportación decisiva para la recuperación de la memoria colectiva que habita de modo clandestino en nuestros sentimientos y pulsiones.