Autor/a
Dian Fossey
Ilustración
Bob Campbell
Idioma
Castellano
Encuadernación
Rústica, Tapa blanda, Satinada
Páginas
460
Dimensiones
21,00 x 14,50
Edición
2019
Colección
Vidas
Idioma original
Inglés,
Estado
Nuevo
ISBN
9788417386238
Gorilas en la niebla, el fascinante relato de los trece años que Dian Fossey pasó en una remota selva africana con el mayor de los grandes simios, se encuentra entre los libros más importantes jamás escritos sobre nuestra conexión con el mundo natural. Los extraordinarios esfuerzos de Fossey para garantizar que la selva y los gorilas de las montañas que quedaban tuvieran un futuro quedan plasmados en sus palabras y en las espontáneas fotografías de estas fascinantes especies en vías de extinción.
Fossey combinó su aventura personal con un informe científico sin precedentes para completar un retrato inolvidable de nuestros parientes primates más cercanos. Aunque Fossey tuvo un final dramático, Gorilas en la niebla sigue siendo el legado inestimable de uno de los estudios de campo más largos realizados sobre los primates y pone de manifiesto su inextinguible pasión por ellos.
Episodios como la "adopción" de Coco y Pucker, a muerte de Digit - con quien la primatóloga tenía una conexión especial - o los constantes enfrentamientos de Fossey con las autoridades y los cazadores furtivos, que tan presentes se encuentran en nuestro imaginario, son hermosamente narrados en este libro, que combina la aventura personal de esta intrépida mujer con un informe científico sin precedentes para completar un retrato inolvidable de nuestros parientes primates más cercanos.

Sé el primero en dejar una opinión

Dian Fossey
"Un retrato esclarecedor y convincente de la autora y de su objeto de estudio. Un monumento a la devoción científica."
The New York Times

[...] Cierto día llevé al grupo 4 un espejito de mano y lo instalé en la vegetación , donde Digit pudiera verlo. Se acercó muy decidido, se apoyó en sus brazos y olfateó el vidrio sin tocarlo. Cuando el joven de dorso negro vio su imagen reflejada, con los labios fruncidos, la cabeza erguida y una mueca burlona bailándole en la cara , dio un largo suspiro. Continuó tranquilamente con la mirada fija en su reflejo y alargó la mano tras el cristal para "tocar" el cuerpo de la figura situada delante de él.
Al no notar nada se quedó quieto, se contempló durante cinco minutos, suspiró de nuevo, y se fue.