Parece claro que la felicidad es el fin último al que aspira la vida humana.
Pero ¿cuál es la verdadera esencia de la felicidad? A esta espinosa cuestión se enfrenta Aristóteles (384//322 a. C.) en la Ética a Nicómaco.
Resultado de la selección realizada por su hijo Nicómaco con las notas que el propio autor utilizaba para sus lecciones en el Liceo, la obra resume las claves de la reflexión moral de su autor. Y aún más meritorio es el hecho de haber sido él quien, por vez primera en la literatura universal, aborda la disciplina como rama filosófica independiente.
Para Aristóteles, la ética, ciencia de los hábitos y el carácter, no es un saber meramente teórico, sino que despliega una dimensión práctica en la búsqueda de la virtud, el bien más preciado por ser patrimonio del alma.
Aristóteles:
Hijo de Nicómaco, médico del rey macedonio Amintas II. A los 18 años se trasladó a Atenas ingresando en la Academia de Platón. Después abandona Atenas para vivir primero en Asso y después en Mitelene. En esta ciudad recibió la llamada de Filipo de Macedonia para educar a su hijo, Alejandro. Una vez el gran Alejandro accedió al trono macedonio, Aristóteles regresó a Atenas donde fundaría una escuela el Liceo. A la muerte de Alejandro (323 a.C.) el partido nacionalista le acusa de impiedad. Aristóteles abandonó la ciudad y se marchó a Calcis donde falleció al año siguiente.
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