Estos escritos libertarios de Brassens, que por primera vez se publican en español, son, como sus canciones, un canto contra los gendarmes y los militares, contra el parlamentarismo y los políticos, contra la religión y el dinero, contra todas las formas de esclavitud e hipocresía humanas, y ponen de manifiesto el alcance contestatario, a veces violento, de la obra de un hombre que siempre huyó de los dogmas y el maniqueísmo, que vivió fiel a su compromiso con la libertad y a su rechazo del orden establecido.
"De las canciones a los poemas, pasando por las novelas y la correspondencia, la obra de Brassens está atravesada por una necesidad: la del pensamiento libre, contra el dualismo y lo colectivo".
En 1946, en París, Georges Brassens cultivó la amistad con algunos activistas anarquistas de su barrio, en concreto con el pintor Marcel Renot y con el poeta Armand Robin de quien en Pepitas publicamos un libro extraordinario por su impresionante lucidez titulado La falsa palabra, y estos encuentros decisivos, sumados a la lectura de algunos clásicos libertarios Bakunin, Kropotkin y Proudhon, entre otros, llevaron a un joven Brassens a involucrarse en el movimiento anarquista y a colaborar activamente durante unos meses en Le Libertaire, el órgano de la Federación Anarquista, y también, ocasionalmente, en el boletín de la CNT en Francia. En Le Libertaire, Brassens ejerció de corrector y secretario editorial, además de redactar numerosos artículos. En ese momento, los artículos del periódico no aparecían firmados o lo hacían bajo seudónimo. Se sabe a ciencia cierta que Brassens firmó como Geo Cédille y como Gilles Colin, y aunque por el contenido y el tono hay otros muchos textos donde se intuye la pluma de Brassens, sería presuntuoso atribuírselos con certeza.
Sé el primero en dejar una opinión