«Dios te libre de vivir tiempos interesantes», dice un proverbio chino. Quizá Carmen de Moering, la niña que vivió en París entre el fin de un siglo y el comienzo de otro, y que a los nueve años escapó de un internado en una peripecia que no sabría luego si era sueño, locura o verdad, lo podría haber formulado de otro modo: «Dios te libre de tener padres interesantes.» Porque ella no era Carmen, como la conocían en el colegio, sino Sol. Su apellido era Ferrer, como su padre, y no De Moering, como el segundo marido de su madre. Y, para su fortuna e infortunio, le habían tocado los tiempos interesantes, y también el padre.
Sol era hija de Francisco Ferrer Guardia, ideólogo autodidacta y hombre de acción, republicano que se deslizaría hacia el anarquismo, masón y librepensador. Fundador de la Escuela Moderna, para educar en el laicismo, el racionalismo y el antiautoritarismo. Pero también sospechoso de ser el inspirador en la sombra del atentado de Mateo Morral contra los Reyes, en 1906. Absuelto por falta de pruebas, quedaría ya marcado, a los ojos de los sectores más conservadores, como un culpable que se había librado de condena. Tres años después, acusado de ser uno de los instigadores de la Semana Trágica, la justicia militar tomaría las riendas del caso y, tras una grotesca pantomima de juicio, fue fusilado el 13 de octubre en Montjuïc.
Cuarenta años más tarde, Sol Ferrer, la niña que había escapado del internado para buscar al padre que la había abandonado, publica una biografía de él, opaca como la vida de un santo. La hija de Ferrer Guardia asistirá a la revolución rusa, a la efervescencia libertaria de los cenáculos parisinos y a los años del pistolerismo en Barcelona. Vivirá la guerra civil y el desarraigo de los sin patria. Pero Sol se deslizará por la vida como en sueños, una sombra que persigue a otra sombra. Y más que la novela de uno de los grandes personajes «malditos» de la historia de nuestro país, De Humanidad y polilla lo es de aquella extraña, forzada biografía filial y de su autora. De lo que Sol descubrió y de lo que calló sobre el huidizo fantasma de su padre, y quizá también de lo que no quiso ver ni decir sobre sí misma.
Y en cualquier caso, sea cual sea su objetivo argumental, ésta resulta ser una lectura apasionante, pespunteada por la eterna búsqueda de la verdad y los grandes ideales, que como ninguna otra consagró la novela decimonónica.
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Julián Granado Martínez
Julián Granado nació en Nerva (cuenca minera de Huelva) en 1957. En la actualidad reside en Sevilla y compagina su arraigada vocación literaria con el ejercicio de la medicina. Ha publicado las novelas La pavana de Sieberg y Mendizábal, el caballero Neto, El complot Canalejas. Es también autor de relatos, por los que ha recibido el Premio Barro del Ayuntamiento de Sevilla y el Premio Relatos Cortos Ciudad de Isla Cristina. Quizá por haber nacido en una zona minera, le apasiona bajar a las galerías de la historia. Y de estas exploraciones resultan sus espléndidas novelas, fantasías de luces y sombras que alumbran los laberintos del pasado sin complejos historicistas. Reinvenciones construidas con un notable dominio del oficio de escribir y una saludable inconoclasia, presente en toda la obra del autor.