Contrapsicología:
De las luchas antipsiquiátricas a la psicologización de la cultura es el resultado de un esfuerzo colectivo en los márgenes de psicología, así como en sus fronteras con otras formas de conocimiento como la sociología, la filosofía, la psiquiatría o la historia. Su objetivo es el de revitalizar los amplios recursos existentes para el desarrollo de una psicología crítica o, más ampliamente, de la crítica a la psicología.
La obra está dividida en cuatro secciones, las cuales delimitan los alcances específicos de la labor crítica: Historia, Epistemología, Ámbito institucional y Ámbito Cultural. La consideración histórica y la reflexión epistemológica son de por sí un mecanismo de resistencia en una disciplina cuya hegemonía aspira, por un lado, a borrar las huellas de su oscuro pasado y, por otro, a adscribirse a la Ciencia como mecanismo paradógico de obviar su endeble espacio epistemológico. La distinción institucional y cultural es el reflejo de las múltiples redes de la psicología, pues ésta se extiende sobre un espacio social múltiple (sanidad, trabajo, cárceles, centros de menores...) pero también, como discurso y significado, llega a los más recónditos espacios de la vida cotidiana.

Para entender la realidad que nos rodea, el recurso a la psicología y a su lenguaje (estrés, inteligencia emocional, depresión, personalidad, resiliencia, etc. ) es cada vez mayor, Dicho recurso no es simplemente el reflejo de un posible éxito de las instituciones psicológicas, tampoco supone el desarrollo de un clima más "humanitario", sino que es a la vez efecto y causa de una transformación social, histórica y política más amplia. La extraordinaria expansión actual de la psicología (psicologización) hunde sus raíces en los procesos de individualización social y crea un poderoso mecanismo de despolitización. En términos generales, a más psicología menos socialidad, por lo tanto, a más psicología menos política.
"Pero esa ausencia de solidaridades cotidianas y esa incomunicación generalizada que hace buscar psicoterapia como sociabilidad no oculta el artificio: los mundos de un terapeuta digamos libertario y un consultante opusdeísta son tan lejanos y el conflicto de valores tan patente como silenciados, que cualquier entendimiento es ilusorio. La clave no es una disputa entre terapias blandas o duras, entre psicoterapia o psicofármacos, sino de autonomía-dependencia, de técnicos contra saber común."
Guillermo Rendueles

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