En 1666, la química logra el estatuto de ciencia. Su inclusión en la Académie des sciences la obliga, no obstante, a desprenderse de aquellas partes consideradas «incómodas»: los químicos tuvieron que abjurar de la crisopeya —la transmutación de los metales en oro— y de la búsqueda de la piedra filosofal. Estas quedaron relegadas a la marginalidad de la alquimia, que pasó a constituir un campo independiente.
Sin embargo, aunque periférica, la alquimia ha sido siempre un lugar de resistencia. Lejos de ser una mera «abuela» de la química, su visión ha constituido una alternativa a las lógicas dominantes de la tradición occidental racionalista. Para la alquimia, el mundo es un todo orgánico, total pero no totalizable y, por ello, no sistematizable bajo un método experimental único. Caracterizada por una racionalidad paradójica, con frecuencia contradictoria, ha sido condenada por ello al estatus de pseudociencia; este libro rescata el lenguaje y los principios alquímicos y los celebra como herramientas críticas fundamentales, semillas transgresoras de un saber que nos permite repensar los sistemas políticos y filosóficos actuales.
Acompañada por decenas de bellos y raros grabados de tratados alquímicos, la elegante prosa de Andityas Matos nos ofrece una experiencia a la vez política, poética e histórica.
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