El liberalismo, a decir de sus defensores, es la tradición de pensamiento que centra su preocupación en la libertad del individuo. Pero entonces, ¿cómo explicar que esa celebración de la libertad pueda en sus orígenes ir de la mano de la consideración de los trabajadores asalariados como simples instrumentos de trabajo, o con la teorización del despotismo y la persistencia de la esclavitud en el mundo colonial?
En este libro Losurdo indaga en esas contradicciones y en las zonas de sombra que corrientemente eluden los estudiosos, construyendo una contrahistoria que pone de manifiesto la dificultad que entraña conciliar su defensa teórica de la libertad con la realidad de las relaciones políticas y sociales.
Domenico Losurdo
Prolijo autor, polemista inmisericorde, punzante escritor, Domenico Losurdo (Sannicandro di Bari, 1941) ha sabido poner en claro y sobre el papel las ambivalencias, zonas de sombra y claroscuros de la filosofía clásica alemana. Buena muestra de ello son libros como Autocensura y compromiso en el pensamiento político de Kant (de próxima aparición en Escolar y Mayo Editores), La comunidad, la muerte, Occidente: Heidegger y la “ideología de la guerra” (Losada, 2003) o Nietzsche. El rebelde aristocrático (Bollati Boringhieri, 2004), en los que Losurdo conjuga el rigor documental y la lucidez interpretativa que le han dado fama internacional –no en vano sus obras han sido traducidas a las principales lenguas europeas– con un insobornable espíritu crítico que desvela los flancos ideológicos, aún por hollar, de los grandes clásicos de la filosofía política. Este mismo espíritu crítico adquiere todavía mayor intensidad, sin menoscabo alguno de la solidez argumentativa que recorre toda su obra, en los ensayos donde Losurdo trata de desenmascarar las fallas e inconsecuencias, los déficit de justificación, de una ideología imperiosa y dominante que no se encuentra en disposición –como es el caso de toda ideología– de revertir sobre sí misma los criterios de enjuiciamiento, legitimidad y ejemplaridad que aplica por doquier. Así, Losurdo ha puesto al descubierto la otra cara del liberalismo clásico, no tan individualista y humanitarista como quisieran sus mentores (Contrahistoria del liberalismo, El Viejo Topo, 2007)
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